Para un tratamiento general de la relaciĂłn entre la ciencia moderna y la metafĂsica tradicional, y de la distinciĂłn entre sus ámbitos propios de investigaciĂłn, recomiendo encarecidamente Modern Physics and Ancient Faith (Notre Dame University Press, 2003) de Stephen M. Barr (doctor en FĂsica TeĂłrica por la Universidad de Princeton); a diferencia de tantos fĂsicos (tales como Victor Stenger, Lawrence Krauss y el iluso Stephen Hawking) que han intentado —torpemente— escribir sobre cuestiones como la metafĂsica de la creaciĂłn ex nihilo y la contingencia del universo fĂsico con respecto a Dios, Barr entiende realmente las ideas filosĂłficas con las que dialoga. Igualmente admirable es Darwin’s Pious Idea: Why the Ultra-Darwinists and Creationists Both Get It Wrong (Eerdmans, 2010) de Conor Cunningham (doctor en FilosofĂa por la Academia Británica. El libro de Cunningham es tambiĂ©n una esplĂ©ndida rĂ©plica a Richard Dawkins, simplemente por ofrecer un ejemplo de cĂłmo procede un autĂ©ntico estudioso al argumentar a travĂ©s de fronteras disciplinarias; mientras que Dawkins se ha lanzado repetidamente a disputas filosĂłficas cuyos principios más elementales nunca ha llegado a aprender, Cunningham dedicĂł considerable tiempo y esfuerzo al estudio de la biologĂa molecular y evolutiva modernas antes de atreverse a entrar en estos debates y, como resultado, produjo un libro que hace mucho más que simplemente avergonzar a su autor (aunque, admitámoslo, un libro poco probable que se convierta en superventas).
NingĂşn relato más reciente del surgimiento de la ciencia moderna y de la revoluciĂłn metafĂsica que la acompañó ha superado —o, ya que estamos, igualado— el clásico The Metaphysical Foundations of Modern Science (2.ÂŞ ed.; Kegan Paul, 1932) de E. A. Burtt (educado en el Seminario TeolĂłgico UniĂłn en la Ciudad de Nueva York de Manhattan).
